Implementación del SAGRILAFT: ¿Quiénes están obligados según la circular básica jurídica de la Superintendencia de Sociedades?

7/6/20255 min read

Introducción al SAGRILAFT y su importancia

El Sistema de Autocontrol y Gestión del Riesgo de Lavado de Activos y de la Financiación del Terrorismo (SAGRILAFT) se erige como un pilar fundamental para la sostenibilidad y la integridad de las organizaciones en el ámbito empresarial. Este sistema se ha desarrollado en respuesta a la creciente necesidad de mitigar los riesgos asociados con actividades ilícitas que puedan comprometer la reputación y la operatividad de las empresas. La implementación del SAGRILAFT no solo se enfoca en la identificación y gestión de los riesgos de lavado de activos, sino que también aborda los relacionados con la financiación del terrorismo, aspectos que son críticos en el entorno económico actual.

La relevancia del SAGRILAFT radica en su capacidad para establecer un marco estructurado que permite a las empresas evaluar y gestionar sus riesgos de manera proactiva. A través de la implementación de políticas y procedimientos adecuados, las organizaciones pueden prevenir su involuntaria vinculación con actividades ilícitas, protegiendo así su integridad y asegurando su continuidad en el mercado. La circular básica jurídica de la Superintendencia de Sociedades proporciona una guía clara sobre las obligaciones y responsabilidades que tienen las empresas frente a este sistema, promoviendo la adopción de buenas prácticas y la transparencia en la gestión de sus operaciones.

De esta manera, el SAGRILAFT se presenta como una herramienta esencial no solo para el cumplimiento normativo, sino también para fortalecer la confianza de los stakeholders hacia las organizaciones. Al contar con sistemas sólidos de autocontrol y gestión de riesgos, las empresas pueden demostrar su compromiso con la legalidad y la ética, lo que contribuye a construir un entorno empresarial más seguro y responsable. Así, la importancia del SAGRILAFT trasciende su función regulatoria y se convierte en un elemento vital para la reputación y el éxito a largo plazo de cualquier organización.

¿Quiénes deben implementar el SAGRILAFT?

La implementación del SAGRILAFT (Sistema de Administración del Riesgo de Lavado de Activos y de la Financiación del Terrorismo) es una obligación que recae sobre ciertos tipos de entidades de acuerdo con la circular básica jurídica emitida por la Superintendencia de Sociedades. En particular, aquellas organizaciones que reportan ingresos anuales iguales o superiores a 30,000 salarios mínimos legales mensuales vigentes (smlmv) están obligadas a adoptar este sistema. Esta normativa tiene el propósito de fortalecer la responsabilidad corporativa y establecer protocolos claros en la prevención y control del lavado de activos y la financiación del terrorismo.

Además de las entidades cuyo volumen de ingresos supera el umbral mencionado, también se incluye en esta obligación a aquellas entidades que están bajo un régimen de vigilancia sectorial. Esto significa que tanto las empresas grandes como aquellas que operan en sectores específicos deben estar atentas a la implementación de medidas que permitan evaluar y mitigar los riesgos asociados con estas actividades ilícitas. La Superintendencia de Sociedades busca, a través de la imposición del SAGRILAFT, asegurar que las organizaciones mantengan altos estándares de integridad y transparencia en sus operaciones.

La implementación del SAGRILAFT no solo tiene un impacto en el ámbito jurídico, sino que también refleja una responsabilidad ética por parte de las organizaciones. Cumplir con estas exigencias no solo protege a la empresa de posibles sanciones o implicaciones legales, sino que también afianza la confianza del público y otras partes interesadas. Por lo tanto, las implicaciones de la obligación de implementar el SAGRILAFT trascienden lo meramente normativo, constituyéndose como un pilar fundamental en la gestión del riesgo corporativo y en la promoción de un entorno empresarial más responsable y sostenible.

Periodo de transición y plazos críticos

La implementación del Sistema de Autocontrol y Gestión del Riesgo de Lavado de Activos y Financiación del Terrorismo (SAGRILAFT) es un proceso fundamental para las empresas colombianas, en especial aquellas que se encuentran bajo la supervisión de la Superintendencia de Sociedades. Un aspecto crucial de este proceso es el periodo de transición, que se establece hasta mayo de 2025. Esta fase es de vital importancia, ya que brinda a las organizaciones la oportunidad de planificar y adecuar sus prácticas empresariales en conformidad con las exigencias del SAGRILAFT.

Durante este periodo, las empresas deben enfocarse en desarrollar e implementar políticas adecuadas para gestionar los riesgos relacionados con el lavado de activos y la financiación del terrorismo. Esto no solo mejora la transparencia de la actividad empresarial, sino que también fortalece la reputación y la sostenibilidad de las organizaciones en el mercado. El cumplimiento de estas normativas será evaluado mediante diferentes informes que las entidades deben presentar en momentos específicos. Entre ellos, destaca el informe 75, el cual se relaciona con la implementación del sistema SAGRILAFT.

El informe 75 debe ser sometido a la Superintendencia de Sociedades a más tardar el 30 de junio de 2025, lo que permite que las organizaciones tengan un tiempo moderado para realizar un diagnóstico completo de sus prácticas actuales y realizar las mejoras pertinentes. Adicionalmente, es fundamental atender el informe 58, que se ocupa de la nominación del oficial de cumplimiento, con fecha límite de presentación el 30 de diciembre de 2024. Cumplir con estos requisitos es fundamental, no solo para evitar sanciones, sino también para garantizar un funcionamiento empresarial alineado con las expectativas regulatorias.

Consecuencias de la no implementación del SAGRILAFT

La insuficiente o inadecuada implementación del SAGRILAFT puede acarrear diversas consecuencias adversas para las empresas obligadas a cumplir con este marco regulatorio. En primer lugar, es importante señalar que una de las implicaciones más directas son las sanciones económicas. La Superintendencia de Sociedades puede imponer multas severas y, en casos de reincidencia, llegar a la suspensión de la actividad comercial o incluso la disolución de la empresa. Estas sanciones no solo implican pérdidas monetarias inmediatas, sino que también generan un impacto negativo a largo plazo en la sostenibilidad del negocio.

Además de las sanciones económicas, las empresas que no cumplen con el SAGRILAFT corren el riesgo de enfrentar restricciones operativas. Esto puede incluir limitaciones en la capacidad para desarrollar ciertos contratos, participar en licitaciones públicas o acceder a financiamiento. La falta de un sistema de gestión de riesgos bien establecido puede hacer que una empresa se considere de alto riesgo por bancos e instituciones financieras, restringiendo así su acceso a recursos económicos necesarios para su operación y crecimiento.

Otro aspecto crítico a considerar son las repercusiones reputacionales. La confianza del cliente es un activo invaluable; al no implementar el SAGRILAFT, las empresas pueden percibirse como menos confiables, lo que erosionaría las relaciones comerciales existentes. Los clientes y socios estratégicos pueden optar por desvincularse de organizaciones a las que consideran vulnerables a actividades ilegales o riesgos financieros. En este sentido, contar con un oficial de cumplimiento se vuelve fundamental, ya que esta figura no solo es responsable de asegurar la implementación correcta de los lineamientos del SAGRILAFT, sino que también actúa como un símbolo de compromiso con la legalidad y la ética empresarial.